
Los españoles vemos la ilusión con ojos diferentes al resto del mundo. Oír que alguien “está ilusionado” es algo único entre los países de nuestro entorno y en parte se lo debemos a Espronceda. En siglo XIX el poeta comenzó a referirse por primera vez a la ilusión con una acepción positiva asociada al sueño, a la fantasía y a la esperanza.
Desde entonces en nuestro idioma, a diferencia del resto, la palabra ilusión no sólo significa engaño, idea irreal o distorsión de la realidad. Los españoles nos ilusionamos. Para nosotros es, sobre todo, sinónimo de viva esperanza y de expectativas favorables.
Así lo recoge el estudio “¿Qué es la ilusión? Qué piensan los españoles que es la ilusión y cuán ilusionados están” realizado por el Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid y promovido por la ONCE y su Fundación, presentado recientemente en dicho colegio. Su autora, la psicóloga clínica Lecina Fernández, señaló durante la presentación que “más del 80% de los españoles piensan que la ilusión es mucho más que una mera emoción”, vinculándola sobre todo a la situación laboral y al estado de salud.
El 91,1% de los españoles mantiene viva la ilusión. Según el estudio, dos tercios de los españoles afirmamos estar muy ilusionados
El nivel medio de ilusión de los españoles en una escala del 0 al 10 “es de 7,12 puntos”, apunta la psicóloga. Y es que, ¿Quién no ha estado ilusionado alguna vez?. Escuchamos la palabra “ilusión” a diario en nuestro entorno, a nuestros amigos y a nosotros mismos. Una palabra cotidiana en nuestra lengua que es también muy utilizada en la comunicación pública en ambientes como la política o la publicidad.
Ilusión hay. Pero no están igual de ilusionados los que viven en Málaga, Galicia o Guadalajara, aunque en cuanto a los motivos de ilusionarse no hay diferencias según la procedencia.
Según el estudio, las personas residentes en el norte del país y en las Islas Baleares son las que se muestran más ilusionadas para los años venideros. Los que menos, las personas que viven en Castilla y León

¿Y por qué se ilusionan más las personas del norte? Influyen muchos factores como el estilo y la calidad de vida. Además, la psicóloga apunta que en el norte la creatividad está muy implantada, lo que relaciona directamente con la capacidad de ilusionarse.
Ser hombre o mujer en términos de ilusión no es determinante, pues ambos se “ilusionan” igual. Eso sí, cuanta más juventud más ilusión. Y cuanta más salud, más ilusión también. Las personas con salud tienen un nivel de ilusión superior a la media y las personas enfermas tienden a perder la ilusión.
Pero la psicóloga apunta que este proceso también se da a la inversa, porque a mayor felicidad mayor salud, y por tanto la ilusión, al llevar implícita todos los pensamientos positivos, “ayuda a mantener la salud”. Otro factor determinante es la situación laboral. Las personas más ilusionadas son las que estudian o trabajan. Las menos, las dedicadas a labores del hogar.
¿Cómo son los perfiles ideales de las personas más y menos ilusionadas?
- La más ilusionada sería “un joven de 18 a 35 años estudiante o trabajando, que tiene buena salud, vive en un municipio de entre 50 y 100 mil habitantes del norte de España”, según la psicóloga.
- La menos ilusionada, una persona “mayor de 65 años -apunta la experta- que se dedica a labores del hogar, tiene una salud floja y vive municipio menor de 50 mil habitantes en la zona de Castilla y León”.
¿Con qué relacionamos los españoles la ilusión?
Como elementos que componen la ilusión podemos diferenciar elementos emocionales, motores y de acción y elementos cognitivos y de pensamiento.

Cuando pensamos en la ilusión “podemos pensar que es una emoción” pero en realidad es mucho más, “es un tesoro que llevamos dentro y es una pena que no lo aprovechemos”, apunta la psicóloga.
- El 93,5% de las personas asociamos la ilusión a emociones como la alegría.
- El 93% asociamos la ilusión a las relaciones con las personas.
- El 80% la asocian a pensamientos como confianza en uno mismo, tener proyectos, esperanza o valor cotidiano.
Según el estudio, los conceptos que forman parte de nuestra ilusión son, de mayor a menor: personas, ganas de vivir, alegría y felicidad, la vida, confianza en uno mismo, tener proyectos, fuerza, constancia, esperanza, valorar lo cotidiano, incertidumbre y falsa esperanza.
¿Podemos aprender a ilusionarnos?
Si no estás ilusionado no te preocupes, la ilusión se puede aprender. La psicóloga defiende que puede convertirse en una herramienta de la psicología para fomentar el desarrollo y el crecimiento de las personas.
Si la ilusión es comportamiento y por tanto conducta, las personas pueden trabajar con ella y “aprender a manejarla” para su beneficio, apunta la experta
La psicología puede ayudar en cada una de las fases de la ilusión provocándola, manteniéndola y aumentando la posibilidad de que ocurra. En el momento que la ilusión empieza a fluir, explica la especialista, “ella misma genera ilusión” porque el estímulo acaba convirtiéndose en conducta y consecuencia y esa consecuencia es estímulo de la siguiente.

Para Fernández, la ilusión es una fusión presente, pasado y futuro, porque la persona que está ilusionada “lo está hoy con la historia de mañana hacia adelante y al mismo tiempo es lo que arrastra detrás, su historia personal de ilusión y de vida”. Algo importante en la sociedad actual porque estamos viviendo “una vida muy reactiva más que una vida proyectiva”.
Ilusión es la historia que una persona imagina, con inicio, nudo y desenlace, que protagoniza en la vida real, activando sus fortalezas personales para conseguir el final imaginado. Como dice Lecina Fernández, “la ilusión es de todos y está al alcance de todos”. ¿A qué esperas para ilusionarte?