La endometriosis, que reduce de forma significativa la calidad de vida de hasta un 10% de la población femenina española, se caracteriza por el crecimiento de tejido endometrial fuera del útero, sobre todo en los ovarios, detrás del útero, en los ligamentos uterinos, en la vejiga o en el intestino, incluso en el recto; aunque también puede aparecer fuera del abdomen, como en los pulmones.
Este tipo de células “libres”, procedentes del revestimiento interior del útero, causan fuertes dolores menstruales, con sangrados irregulares y abundantes. También quistes en los ovarios, dolor pélvico inespecífico y problemas serios de infertilidad: una de cada tres mujeres tiene dificultades para quedarse embarazada y un 25% es infértil.
La endometriosis está emparentada directamente con la disminución de la reserva de ovocitos y con una peor calidad de los mismos.
Además, y a pesar de estar considerada una patología benigna, influye negativamente en las relaciones familiares, sociales, laborales y de pareja, ya que el dolor se persona durante las relaciones sexuales.
Especialización endometrial

Su diagnóstico suele ser demasiado tardío. Normalmente se demora entre cinco y diez años desde que se detectan los primeros síntomas, siempre con base en el dolor en la zona abdominal. Se detecta entre los 25 y los 35 años de edad de la mujer, pero se inicia con la menarquia.
El desconocimiento de los síntomas por parte de la población femenina y la falta de especialistas en este campo contribuyen al detrimento de la calidad de vida de las mujeres, conocedoras o no de su dolencia al confundirse con otras patologías gastrointestinales o con el acostumbrado dolor de regla.
A pesar de los avances médicos alcanzados en los tratamientos para el dolor y la infertilidad, la endometriosis, que podría ser hereditaria, no tiene cura a día de hoy.