Los pacientes con enfermedades renales son unos de los muchos que se han visto afectados por el colapso sanitario producido por la COVID-19. Desde ALCER, la Federación Nacional de Asociaciones para la Lucha Contra las Enfermedades del Riñón, aseguran que la actividad de donación y trasplante se ha visto reducida hasta en un 85 %. Su director general pide solidaridad a la población española para que estas intervenciones se reactiven cuanto antes

Los efectos de la pandemia de Covid-19 en pacientes renales
Foto Clínica Cemtro.
  • 13 de junio, 2020
  • MADRID/EFE/SARA MANCEBO/HENAR FERNÁNDEZ
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Juan Carlos Julián Mauro es el director general en la Federación Nacional de Asociaciones para la Lucha Contra las Enfermedades del Riñón (ALCER), un organismo perteneciente a la Plataforma de Organizaciones de Pacientes (POP).

Este es el mensaje que lanza, desde la sección de Pacientes de El Bisturí, una vez pasada la peor parte de la pandemia, que ha colocado en un segundo plano a muchos pacientes con enfermedades renales que estaban pendientes de un tratamiento, o incluso un trasplante.

"La situación de los pacientes renales crónicos que  están en tratamiento renal sustitutivo ha sido realmente complicada durante la pandemia.

Por una parte, ha afectado a las personas que están trasplantadas y, por tanto, inmunodeprimidas, que son un colectivo de riesgo vulnerable al contagio por COVID-19. En ellas el índice de mortalidad en caso de contraer la enfermedad es más del doble que en la población general.

cáncer renal
El director general de Alcer, Juan Carlos Julián/EFE/Javier Liaño

Por otra parte, también ha sido difícil para las personas que están en tratamiento de diálisis y se encuentran en lista de espera, ya que la actividad de donación y trasplante se ha visto reducida hasta en un 85 %.

Es cierto que se han mantenido aquellos trasplantes más urgentes y complicados, pero la actividad se ha visto muy perjudicada. Principalmente, porque depende en gran medida de los profesionales que trabajan en las unidades de cuidados intensivos, que han tenido que dedicarse a lo que era más urgente, tratar la COVID-19.

Conforme la situación mejora, la donación y el trasplante de órganos también lo hará, pero para ello necesitamos que la solidaridad de la población española sea tan elevada como antes.

Otra de las cuestiones problemáticas es la actividad laboral de las personas en tratamiento de diálisis y en trasplante, ya que por su especial vulnerabilidad tienen que afrontar la situación con medidas de protección especiales", concluye el director general de ALCER.

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