La interpretación de los test de inteligencia ha cambiado mucho en las últimas décadas. Frente a la tradicional clasificación de las personas según sus resultados, actualmente los psicólogos conciben la inteligencia como algo global, a lo que denominan inteligencias múltiples; una persona no es una cifra

Test de inteligencia: nadie cabe en un número
EFE/Ralf Hirschberger
  • 10 de julio, 2017
  • MADRID/EFE/ANA MARCOS

El psicólogo Sergio García considera que “dejar de lado las inteligencias múltiples, que todos tenemos, puede ser desastroso” ya que “establecernos en exclusiva con un coeficiente intelectual desvirtúa lo que es la persona”. En este sentido, explica que la inteligencia es el resultado de la combinación de las habilidades emocionales, sociales y académicas, y que cuando las dos primeras funcionan, inciden positivamente en la inteligencia práctica de la persona (la que se mide con los test de inteligencia).

WISC y WAIS: los reyes de los test de inteligencia

Los test de inteligencia son pruebas con diferentes escalas o preguntas que miden las capacidades relacionadas con la comprensión, la memoria o la rapidez ante los estímulos, y aportan un resultado cuantitativo. Pese a que hay distintos tipos, los más utilizados, a los que Sergio García denomina test reyes, son el WISC (Wechsler Intelligence Scale for Children), para medir la inteligencia de los niños, y el WAIS (Wechsler Adult Intelligence Scale), para adultos.

Aunque los test de inteligencia no ayudan a conocer todas las capacidades del individuo, sirven para orientar a los psicólogos sobre la situación de una persona. Si el resultado del examen es normal (entre 90 y 110) no existe un problema intelectivo: “cuando no tiene que ver con la inteligencia, se trata de otra cuestión. Ahí es donde entra la inteligencia emocional”.

El psicólogo reconoce que estos test resultan muy controvertidos dado que someter a una persona a esta prueba suele implicar cuestionar su inteligencia, aunque afirma que con los niños lo hacen “de forma muy directa, como si no pasase nada”. Estos test suelen plantearse en los colegios y derivarse a los gabinetes por la ausencia de tiempo y recursos de los centros para llevarlas a cabo.

El problema de estos exámenes, según indica Sergio García, es que los resultados solo dan información sobre la inteligencia práctica, por lo que valorarlos de forma absoluta puede ser peligroso. De hecho, “una vez las personas están en la consulta y han iniciado la terapia, se ve que la inteligencia no es algo estático y determinado biológicamente, sino que está relacionado con muchas cosas y puede ir creciendo en función de dónde nos situamos”.

La inteligencia no es una capacidad de nuestro cerebro, sino que tiene que ver con con una forma de pensar, de relacionarse, de estar dentro de la familia. “Es el lugar en el que nos colocan y nos dejamos colocar”, concluye. Se trata de algo complejo, pero entender de forma global la inteligencia hace que no quedemos determinados por una cifra. Sergio García recomienda que, si se hacen estos test, se traten siempre en favor de la persona dado que, tal y como considera, “nadie cabe en un número”.

Más allá del CI

niños bailando
Niños bailando en un campeonato de Medellín (Colombia). EFE/Luis Eduardo Noriega A.

Cuando los investigadores repararon en que el coeficiente intelectual no era suficiente para conocer las habilidades de una persona, comenzaron a tomar fuerza algunas teorías alternativas que intentaban comprender la inteligencia desde una óptica más global. La Teoría de las Inteligencias Múltiples fue desarrollada en 1983 por el psicólogo estadounidense Howard Gardner.

Junto con sus colaboradores de la Universidad de Hardvard, Gardner reparó en que las habilidades académicas no eran suficientes para conocer las capacidades de una persona, por lo que identificaron ocho tipos de inteligencias distintas: lingüística, lógico-matemática, personal, musical, corporal y cinestésica, intrapersonal, interpersonal y naturalista. Según esta teoría, ninguna de estas inteligencias destaca sobre las demás y cada persona sobresale especialmente en alguna de ellas.

En esta misma línea, Daniel Goleman popularizó el concepto de inteligencia emocional en 1995. El periodista y psicólogo destacó el poder de las emociones sobre las personas, sus actitudes y su forma de relacionarse. Tal y como recogió en su libro Inteligencia emocional, esta hace referencia a la capacidad de los individuos para la automotivación, las relaciones con los demás y con uno mismo, la comprensión y la gestión de las emociones, la resistencia a la frustración o el control de los impulsos, entre otras habilidades.

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