En las últimas semanas su nombre suena con insistencia para el Princesa de Asturias. Juan Carlos Izpisúa es hoy un reconocido investigador en medicina regenerativa, pero pocos saben de su infancia humilde pero “feliz” que le llevó, de muy niño, a dejar la escuela para ponerse a trabajar: “pero la vida da vueltas y con 16 aprendí otra vez a coger un bolígrafo y estudiar”

Izpisúa: con 16 años aprendí de nuevo a coger un bolígrafo y estudiar
director del Laboratorio de expresión Génica del Instituto Salk de California (EE.UU), Juan Carlos Izpisúa, al frente de la investigación de embriones quimera. EFE/Ramón de la Rocha
  • 22 de mayo, 2017
  • MADRID/EFE/PILAR GONZÁLEZ MORENO

En entrevista a EFEsalud, Juan Carlos Izpisúa (Hellín, Albacete, 1960) le resta importancia a sus primeros años de infancia y adolescencia: “Fue como muchos españoles de aquella época. No es algo que haya que exagerar porque es lo que había en aquel momento; ya está”.

La vuelta a los estudios, que abandonó con nueve años para ser recolector temporero de almendras, vendedor de globos y más tarde camarero en Benidorm, le permitieron hacer el bachillerato y acabar en la Universidad de Valencia, donde se licenció en Farmacia con premio extraordinario.

Sus investigaciones postdoctorales le condujeron hasta el Laboratorio Europeo de Biología Molecular en Heidelberg (Alemania) y a la Universidad de California (UCLA) en EEUU.

Izpisúa es hoy  el director del laboratorio de Expresión Génica del Instituto Salk de Estados Unidos, donde  avanza con las investigaciones sobre la regeneración de órganos y tejidos y contra la “devastación” que supone para la salud el envejecimiento.

También es catedrático extraordinario de Biología del Desarrollo de la Universidad Católica de Murcia.

De todas las personas que más le han marcado “sin lugar a dudas” y en primer lugar está su madre: “Era una persona que no sabía leer ni escribir, que no tenía dinero y estaba enferma, pero consiguió sacarnos adelante”.

“Lo único que quería era que fuéramos mejor que ella y yo creo que mejor que ella, mejor ejemplo que uno puede tener en esta vida no hay, y por tanto la persona que más me ha marcado ha sido mi madre, sin lugar a dudas”.

Cuando se le menciona la propuesta de numerosas instituciones como candidato al Princesa de Asturias responde que está convencido de que hay muchísimas más personas que también han sido propuestas y que tienen “muchísimas más razones para que se les conceda”.

“Hacemos esto para tratar de aumentar el conocimiento. Los premios es algo que hemos inventado y que a veces ayudan para que uno pueda seguir trabajando mejor, pero no es lo importante».

 

Su máximo empeño

Su máximo empeño hoy, “lo que más me atrae y me preocupa y a lo que estoy todo el día dándole vueltas” es a cómo revertir la degeneración de las células y los órganos que supone el envejecimiento del ser humano.

“Creo que no debemos plantear esa noción que tenemos de que  el envejecimiento y la decadencia que conlleva es algo inevitable”.

“La muerte está y nos vamos a morir, pero ese declive que conlleva el paso del tiempo puede ser evitable y muchos de los experimentos que llevamos a cabo se enfocan a ese fin”.

La degeneración y su consecuencia práctica "lo que vemos ya en nosotros mismos y lo hemos visto en nuestros padres  y abuelos, y esa degeneración que ocurre tan devastadora de lo que es un ser humano, me pregunto si se puede evitar, y estoy convencido de que poquito a poco lo vamos a evitar”.

Insiste Izpisúa en la idea de que la suma de años acerca más a la enfermedad: “sí o sí, y ahí no hay vuelta atrás y se trata de evitar ese sí o sí, ese empeoramiento que  ves en tí mismo que lo ves día a día, que no eres el mismo que hace diez años, cinco, y te preguntas por qué”.

”Nuestras células y genoma tienen una lógica y si descubrimos esa lógica puede que logremos revertir ese proceso... estoy convencido”.

El investigador no duda a la hora de defender que la ciencia ayuda a la humanidad “muchísimo, y no es una creencia personal”.

“En el caso más específico de la salud, la ciencia básica es por donde empieza la curación, la investigación es muy importante y es muy importante que todos los ciudadanos nos concienciemos de ello y que ayudemos a convencer a nuestros gobernantes y a nuestros políticos en España a que le dediquen más atención".

Izpisúa
Imagen facilitada por el Centro de Medicina Regenerativa de Barcelona (CMRB) de uno de los minirriñones que un equipo de investigadores de Salk (California) y del Hospital Clínic de Barcelona, ha conseguido crear, por primera vez, a partir de células madre. EFE

Izpisúa:la ciencia cura

“La ciencia cura, la ciencia ayuda al ser humano, yo confío que en los próximos años haya una mayor atención hacia la investigación científica en nuestro país”.

Entender cómo se desarrolla el embrión humano y como a partir de una célula se constituyen los más de 250 tipos celulares que constituyen nuestro cuerpo es otro de los objetivos piroritarios de la investigación que lleva a cabo en el laboratorio del Instituto Salk.

En su opinión, y según defendió hace unos días el séptimo Congreso del Instituto Valenciano de Infertilidad (IVI), ese conocimiento "posiblemente pueda tener implicaciones prácticas para nuestra salud".

Pero el desarrollo del ser humano, explicó Izpisúa, no acaba en el momento de nacer sino que continúa a lo largo de su vida, por ello otro de los aspectos en los que está interesado su laboratorio es en ver como reemplazar esa células que se dañan por el paso del tiempo.

Muchas veces no son sólo las células sino mutaciones de los genes,"y estamos buscando tecnologías que nos permitan reparar esas mutaciones", y que no solo se dan en los genes, porque aparte del genoma esta el epigenoma.

El epigenoma, refiere, está por encima del genoma:"Son las marcas que se acumulan en nuestro ADN con el paso del tiempo y esas marcas se deben a nuestra interacción con el medio ambiente, con nuestro estilo de vida, y puede cambiar mucho la expresión en nuestros genes".

Actualmente en su laboratorio investigan cómo alterar estas señales del epigenoma para revertir la decrepitud de cualquier órgano, para lograr un mejor y más saludable envejecimiento de los seres humanos.

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